[This article was originally written by Bassam Haddad and published by Jadaliyya in English. It was translated into Spanish by Sinfo Fernández and published by Rebelión.]
Sobre qué debería uno escribir? Tercer verano pavoroso en Siria
Durante las últimas semanas que he pasado en Beirut, me he visto inundado de correos y comentarios de colegas y observadores acerca de los acontecimientos en Siria. Lo mismo sucede respecto a la cobertura ofrecida por Jadaliyya. ¿Por qué, se preguntan todos, la cobertura sobre Siria es tan escasa? La variedad más amable me pregunta si tengo miedo de algo, o si estoy evitando algo. Estas preguntas vienen de la izquierda y del centro-derecha, de partidarios de la oposición (es) y de sus detractores. Asumen a menudo que escribir sobre Siria sigue importando realmente en estos momentos, con independencia de que haya algo importante o no qué decir; y con independencia de lo cerca que estemos muchos de nosotros del escenario, lo que en gran medida hace de nuestra escritura algo polémico, algo propio de fanfarrones o de naturaleza posicional sin llegar a alcanzar un nivel significativo. Claro que hay algo que decir sobre Siria, pero gran parte de lo que uno podría escribir a ese respecto no es nada sorprendente y quizá resulte innecesario. Y siempre aparecen toda una serie de preguntas a cuál más refinada sobre el escritor y su papel como educador, pontificador, intelectual público (autoproclamado o de otro tipo), académico, periodista, espía, infiltrado, diseñador de políticas, analista político, agitador, etc. ¿Cuál es la relación de uno con el tema que en verdad importa y, en todo caso, llegamos a ser fructíferos? Y más importante aún, ¿ante quién somos responsables como escritores? (Estas cuestiones merecerían un escrito aparte e incluso una mesa redonda.)
Después de incesantes codazos y acosos, se imponen unas cuantas palabras, aunque sólo sea porque la agonía y la tragedia humana que se vive en Siria es cada vez más espeluznante.
¿Sobre qué debería uno escribir, una vez más? [Véase la lista de artículos del autor al final]
¿Debería uno escribir sobre lo brutal que es el régimen de Asad, de que lleva décadas siendo brutal y que es eso ante todo la causa de la situación en la que Siria está, sea la que sea? ¿Debería uno escribir que el levantamiento fue pacífico en sus inicios y más tarde se radicalizó a causa, en primer lugar, de la respuesta del régimen y, en segundo lugar, por las variadas formas de problemático apoyo exterior? ¿Debería uno escribir sobre la transformación del levantamiento de un llamamiento a la responsabilidad y la petición de libertades básicas en una cuestión combativa a expensas de sus otras dimensiones…? ¿De cómo es que se transformó de una petición de democracia –en sentido amplio- en un asunto regional e internacional que tenía como objetivo replantear el mapa de la región siguiendo este o aquel eje de hegemonía/dominación (por lo general, y por razones de brevedad, de “Occidente-Golfo-Israel”? ¿Debería uno escribir que muchos “revolucionarios” sirios no son tan revolucionarios sino muy antirrevolucionarios en todos los sentidos de la palabra?
¿Debería uno escribir sobre la cohesión del régimen sirio en su esfera más alta y debatir de nuevo si se trató de un acto de sectarismo puro o de una serie más compleja de factores que no pueden reducirse a eso? ¿Debería uno escribir sobre la asfixiante vida pública en Siria que produjo ya una oposición siempre fragmentada y poco iniciada? ¿Debería uno escribir sobre cómo este estado de cosas, causado también por la represión del régimen de cualquier voz o agrupamiento político alternativo fue además manipulado por países como Turquía, Qatar y Arabia Saudí para que sirvieran a intereses, que no son los sirios, asumiendo erróneamente que el régimen iba a caer a toda velocidad? ¿Debería uno escribir acerca del deseo de esos países de manejar y atraerse a las habitualmente bien dispuestas partes de la oposición para socavar la acción colectiva a través de todos los grupos de la oposición e imposibilitar la coordinación entre la oposición interna y exterior? ¿Debería uno escribir sobre las consecuencias (intencionales o no) de apoyar a determinadas franjas/dimensiones de la oposición interna que volvían a asustar a algunos de sus patrocinadores debido a su radicalismo oscurantista?
¿Debería uno escribir acerca del dominio de los takfiris (yihadis-tas), en lengua no inglesa, y su presencia desproporcionada en las líneas del frente de los batallones de combate? ¿Y de cómo esto creó más división entre la oposición (en parte debido a su enfoque excluyente) y una inmensa brecha entre los sentimientos que originaron el levantamiento y los actuales e intensos (cuando no ubicuos) sentimientos teocráticos? Y si uno escribe de nuevo para desprestigiar a esos que reducen todo lo relativo al levantamiento sirio a los grupos estilo Jabhat al-Nusrah, como si el levantamiento estuviera transformándose de forma natural en unos tipos de Al-Qaida como expresión de su sentimiento original y no como respuesta empírica al caos provocado en gran medida por el régimen, que, casi siempre, alude a problemáticos actores externos para exacerbar el problema.
¿Sobre qué debería uno escribir?
¿Debería uno escribir de nuevo sobre el debate de si la vía pacífica podría haber funcionado mejor y sobre los detractores de este punto de vista, que ven la militarización como algo inevitable y no como una opción? ¿Debería uno escribir, una vez más sobre los peligros de una intervención militar internacional? ¿Debería uno escribir acerca de por qué la mayoría de los actores externos han dejado de considerar Siria como un asunto urgente y cómo el hecho de permitir, instar, exacerbar y/o observar cómo evoluciona la lucha se ha convertido en una estrategia que agota a todas las partes hasta que el momento en que lleguen al punto de sazón suficiente como para encontrar una salida de su gusto [de los actores externos]? ¿Y de cómo esta estrategia está obsesionada con crear y calibrar algún “equilibrio” para dictar o espolear los próximos pasos, y cómo esos pasos se corresponden invariable y específicamente con los intereses de quienes (por lo general, Israel y EEUU y sus aliados locales) quieren ver las capacidades militares, infraestructurales y relacionales de Siria absolutamente agotadas?
¿Debería uno escribir sobre el debate entre quienes sólo ven una conspiración externa y quienes no consideran en absoluto el impacto de los elementos y factores regionales? ¿Debería uno escribir acerca de cómo para muchas de las partes en el conflicto todo esto tiene que ver con la ruptura del eje inconformista de Siria-Irán-Hizbollah como la resistencia más activa frente a la hegemonía israelo-estadounidense en la región árabe?
¿O debería uno escribir sobre cómo, por cierto, los sirios están pagando el precio de todos esos cálculos y monstruos político-militares? ¿Deberíamos escribir de nuevo sobre la inacabable tragedia y sufrimiento de los sirios, incluyendo el dramático aumento de refugiados perdidos en su país y en los de los alrededores padeciendo las más graves calamidades cada día? ¿Debería uno escribir acerca del debate en las cifras? ¿Son setenta mil o ciento veinte mil los muertos?
¿Debería uno escribir acerca de los medios qataríes y saudíes y su impacto, con amplia ayuda del régimen sirio, en la sectarización del conflicto, y de cómo cada parte tenía asumido que esta estrategia consolidaría más a “su” parte que seguir adelante con la venganza? ¿Debería uno escribir sobre los alauíes como si todas las otras partes no fueran sectarias, y sobre los sunníes, como si los últimos cuarenta años en Siria les hubieran concedido privilegios de forma proporcional dentro del estado sirio? ¿Debería uno escribir sobre los relatos amnésicos de quienes señalan a la solidaridad alauí (“asabiyah”) como si la historia siria anterior a 1959 no hubiera contemplado cómo las comunidades del establishment sunní subyugaban a las zonas rurales y a sus minorías (especialmente a las alauíes) durante décadas y décadas?
¿Debería uno escribir una vez más sobre neoliberalismo del régimen sirio y sus acuerdos políticos con Occidente cuando le convenía a su supervivencia y nada más? ¿Deberíamos hablar de cómo el ejército y todo el descontento acumulado en Siria ha sido últimamente más fuerte en las zonas rurales –la ironía es sorprendente- porque el régimen y sus redes económicas neoliberales han estado descuidando y marginando cada vez más esas zonas a lo largo de más de dos décadas? ¿Debería uno escribir de cómo las políticas económicas de Siria han pisoteado cada vez más al ciudadano medio sirio desde los primeros años de la década de 1990, dejándoles desprovistos de las últimas líneas económicas de defensa después de reducir los subsidios a raíz de la creación de la Economía Social de Mercado en 2005?
¿Sobre qué debería uno escribir?
¿Debería uno escribir sobre los desastres político-culturales de los estados ricos en petróleo del Golfo Árabe, cuya más alta aspiración es satisfacer los deseos de las potencias occidentales, con los hipócritas Estados Unidos al timón, para que estos últimos puedan garantizar su seguridad bajo las cambiantes circunstancias? ¿Y debería uno escribir de cómo esta dinámica concuerda con los intereses coloniales israelíes no sólo a la hora de reprimir cualquier apariencia de resistencia sino también en la normalización de la limpieza étnica en ausencia de poderes de oposición que merezcan la pena? ¿Debería uno escribir de cómo esas narrativas e intereses rudimentarios no pueden descartarse mientras presenciamos el desarrollo del conflicto en Siria, que ahora incluye la problemática y profundamente extraña participación de Hizbollah en el mismo? ¿Debería uno escribir de la intervención de Hizbollah como equivalente a los miles de combatientes extranjeros que pululan por Siria? ¿O debería uno escribir sobre la decepción respecto a la decisión de Hizbollah y el cada vez mayor e irreversible impacto de la misma sobre su futuro como fuerza de resistencia dotada de amplio atractivo a nivel regional y global?
¿Debería uno escribir de cómo el levantamiento sirio, extraordinariamente fuera de todo control, hace que la definición de ganar o perder no sea ya comprensible para ninguna de las partes implicadas? ¿Debería uno escribir sobre las capas desplegadas de esta tragedia humana como si los “principios” importaran más que los seres humanos, o viceversa?
¿Debería uno escribir sobre todo lo anterior?
Quizá debiéramos hacerlo, aunque sólo sea porque hay muchos otros que no dejan de repetir incesantemente una serie de complicadas narrativas que requieren que se les recuerden y demuestren sus falsedades a expensas de la repetición. Romantizar el levantamiento a pesar de la fealdad de partes significativas de la “revolución” o negar su legitimidad original a favor únicamente de señalar las conspiraciones externas, no ayuda a Siria, al pueblo sirio o a los pueblos de la región. Pero son esos polos los que continúan dominando la esfera discursiva. Ambas tendencias continúan revelando la creciente distancia entre los escritos actuales y el primer período relativamente más puro, así como a aumentar la distancia entre casi todos los autores y la multitud de desarrollos sobre el terreno debido a las limitaciones de conocimiento.
Aún a riesgo de sonar como un disco rayado… uno puede, lo asumo, escribir algo, aunque nada de esto alcance a reducir, ni siquiera a limitar, el dolor de los sirios y de una Siria está siendo gradualmente arrasada, con todos sus pros y sus contras.
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